Nota publicada en el diario El Cordillerano el 17-02-18.
El pasado 14 de febrero al margen de todos los festejos de los enamorados, se hizo aún más famoso por los hechos ocurridos en el barrio porteño de Villa Crespo, cuando un padre hacií©ndose pasar por su hija de 11 años concretó un encuentro con un adulto que mantenía contacto con la menor por WhatsApp, supuestamente acosándola sexualmente y enviándole fotos de í©l desnudo.
El pasado 14 de febrero al margen de todos los festejos de los enamorados, se hizo aún más famoso por los hechos ocurridos en el barrio porteño de Villa Crespo, cuando un padre haciéndose pasar por su hija de 11 años concretó un encuentro con un adulto que mantenía contacto con la menor por WhatsApp, supuestamente acosándola sexualmente y enviándole fotos de él desnudo.
El papá al momento del encuentro golpeó al acosador, quedando ambos con denuncias penales cruzadas, el padre por lesiones y el adulto por el delito de grooming.
El delito de grooming, una figura relativamente nueva, contempla prisión de “6 meses a 4 años el que, por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma”.
Si bien el grooming es grave y por ello se ha convertido en un delito penal, no es menos cierto que es la antesala de delitos gravísimos que no siempre se pueden evitar como lo consiguió el padre de esa chica.
El abuso sexual infantil es un delito que existe cuando un adulto utiliza a un niño, niña o adolescente para estimularse sexualmente; un adulto estimula sexualmente a un niño, niña o adolescente; o un adulto utiliza a un niño, niña o adolescente para estimular sexualmente a otra persona. Puede haber abuso sexual infantil aunque no haya acceso carnal.
A partir de noticias como esta es muy común ver en los medios de información que se dan consejos para evitar caer en situaciones de grooming, poniendo el foco en los menores y en los padres. Eso está muy bien, y dichas recomendaciones son bienvenidas porque sin dudas a los menores hay que protegerlos con capa y espada.
Pero también, y sin caer en el absurdo de pensar que hay abusadores por culpa de la sociedad, me preocupa muchísimo la cosificación e hipersexualización de los chicos. Y mucho más preocupante es saber qué está haciendo la sociedad para evitar este tipo de conductas. Para ser más directo, cambio la pregunta. ¿Qué lleva a una sociedad a querer erotizar la infancia?
La cosificación e hipersexualización de los menores no es la causa de los abusos sexuales, el tema es mucho más complejo, eso está clarísimo. Pero, no por ello tenemos que ver como la sociedad se cruza de brazos y espera que la protección recaiga en las potenciales víctimas y en sus padres. Veo como más honesto pensar en la responsabilidad de todos y entender que cuando se les pide a los menores que representen papeles de adulto está mal, que cuando desde los programas de televisión o publicidades se los sexualiza está mal, que cuando se los coloca en las tapas de las revistas para vender más con el apodo de “Lolitas” está mal.
En Brasil una campaña promovida por la Secretaria de Asistencia Social en Amazonas alcanzó las 12 millones de visualizaciones y fue compartida 160 mil veces convirtiéndose en la publicación con mayor repercusión en todo el país, con un mensaje muy claro: “Criança não namora, nem de brincadeira!” (Los niños no tienen novios, ni jugando).
Sebastián A. Gamen
Profesor - Abogado especialista en Derecho informático y TICs.
www.sebastiangamen.com
sag@sebastiangamen.com
Twitter: @technolaw_ok