Publicado en el diario El Cordillerano el 03-03-17.
La separación entre el mundo real y virtual ha dejado de existir hace mucho tiempo. Todas las personas, comerciantes y empresas están de algún modo en internet. Por ello, no es sorprendente saber que en las búsquedas laborales se googlea a los candidatos. Cuando uno quiere contratar los servicios de un profesional lo googlea antes para ver sus cualidades, lo mismo sucede con las empresas.Â
La separación entre el mundo real y virtual ha dejado de existir hace mucho tiempo. Todas las personas, comerciantes y empresas están de algún modo en internet. Por ello, no es sorprendente saber que en las búsquedas laborales se googlea a los candidatos. Cuando uno quiere contratar los servicios de un profesional lo googlea antes para ver sus cualidades, lo mismo sucede con las empresas.
Por ello, el cuidado que se debe tener de la reputación online es tan importante como el que se debe tener en el trabajo, en el club o en el barrio. Pero el control en internet es más difícil. ¿Cómo controlar que una expareja, un cliente insatisfecho o simplemente un resentido quiera destruir nuestra imagen?
La importancia de la reputación digital se traduce en que una mala imagen es sinónimo de discriminación, pérdida de oportunidades y hasta de un desgaste en las relaciones sociales. Lamentablemente esa información indeseada puede no desaparecer sola, y hasta muchas veces puede tomar una repercusión inimaginable. Es lamentable ver que al buscarse uno en google lo que aparecen son mentiras, insultos o información privada.
Para conocer tu reputación digital no solo debes buscar tu nombre sino que la búsqueda debe ser más compleja, principalmente si eres profesional o comerciante. Muchas veces la competencia desleal te afecta en tu imagen sin siquiera nombrarte.
Si bien es verdadero que el trabajo de limpieza de reputación o borrado de información es arduo, es posible. Los resultados a procurar van desde el borrado permanente de la información difamatoria hasta el desposicionamiento. Muchas veces no es posible eliminar el contenido pero por medios efectivos es posible desposicionarlo de modo que ya no es visible por otras personas. Las personas se forman opinión de sus búsquedas con los primeros 3 resultados y hasta un máximo de 3 páginas.
Entre los contenidos que se pueden borrar de internet podemos mencionar datos financieros como tarjetas de crédito o cuentas bancarias, una imagen de su firma manuscrita, un comunicado de prensa negativo, informaciones de organismos públicos no destinados a publicidad, publicaciones que afectan derechos de autor, nombres o fotografías que aparecen en sitios para adultos, insultos, agravios, injurias, difamaciones, fotos o videos íntimos.
Cuando los contenidos están ubicados en redes sociales es posible como primera medida denunciar en la misma plataforma, aunque el éxito dependerá de los términos y condiciones de esas empresas, independientemente del derecho del afectado. Por ello, ante el fracaso de esas instancias se debe recurrir a un abogado que podrá utilizar otros remedios judiciales y prejudiciales.
Cuando salimos de las redes sociales y observamos que el contenido difamatorio está en una página web resulta más extraño encontrar formularios para realizar denuncias. No obstante, la responsabilidad de los propietarios o editores de esos sitios web es indelegable. Europa, bastante más adelantado en protección de datos que Argentina, lo viene diciendo desde el año 2003 en su sentencia del 06 de noviembre (caso Lindqvist, asunto C-101/01) y reafirmado el 13 de mayo de 2014 (caso Google Spain S.L contra Agencia Española de Protección de Datos, asunto C-131/12).
En conclusión, el derecho al olvido no debe ser tabú. La web es de todos y por ello tenemos el derecho de decidir qué información quiero que se publique y cuales quiero que se borren.
Sebastián A. Gamen
Profesor - Abogado especialista en Derecho informático y Nuevas tecnologías.
Contacto:www.sebastiangamen.com sag@sebastiangamen.com