Publicado en el diario El Cordillerano el 17-02-17.
En infinidad de oportunidades vemos recomendaciones referentes a cuidar la privacidad, a evitar publicar fotos comprometedoras, a cuidar la reputación frente a otros o en el trabajo. Pero, ¿quí© puede ocurrir en el futuro cuando nuestros hijos vean fotos o videos nuestros?Â
En infinidad de oportunidades vemos recomendaciones referentes a cuidar la privacidad, a evitar publicar fotos comprometedoras, a cuidar la reputación frente a otros o en el trabajo. Pero, ¿qué puede ocurrir en el futuro cuando nuestros hijos vean fotos o videos nuestros?
Todo se publica.
Las redes sociales vienen a satisfacer una necesidad de los usuarios o vienen a generar una necesidad en ellos. De uno u otro modo, la única verdad es que todo se publica, todo es publicable.
Según las investigaciones de la Universidad de Harvard compartir información activa recompensas neuroquímicas y pareciera que ese efecto es aún mayor cuando relevamos información personal, privada.
De ese modo se revelan videos íntimos, fotos que en otras épocas permanecerían para siempre en una caja de zapatos, en lo más alto de un placard. Se expresan pensamientos polémicos, hasta indeseados, como le ocurrió a Gustavo Cordera en esa tan divulgada charla privada.
Sin dudas los tiempos son otros. La caja de zapato de nuestros tiempos fue reemplazada por Facebook, Instagram y cualquier otra red social, y lejos de tener un lugar seguro en el armario, está al alcance de todos.
Pensemos por un momento en estos datos. En un segundo se comparten 8.796 fotos en snapchat y 4501 en Facebook. En un minuto se suben 72 horas de videos en YouTube, se realizan 41 mil posteos en Facebook, se tuitea 278 mil veces. WhatsApp tiene 700 millones de usuarios que suben 700 millones de fotos por día.
Estos números no hacen otra cosa que corroborar la idea de que todo se publica, y no necesariamente existe un cuidado diligente de la privacidad, de la propia reputación de quién postea.
Nada se borra.
Del mismo modo que todo se publica, sabemos que nada se borra.
Los términos y condiciones de los sitios web son muy claros en retener los derechos de las fotografías que se suben a sus plataformas y mucho más claro son cuando afirman que lo que el usuario borra, puede no desaparecer si ya fue etiquetado o compartido por otra persona.
Quienes nos dedicamos a la protección de los datos personales sabemos que el derecho al olvido es un derecho que cuesta ejercer, y mucho. Por ello, la primera recomendación es que antes de subir algo a la web, lo pienses tres veces o cien.
La segunda recomendación es que pienses que existe la posibilidad de que esas fotografías, videos y comentarios que publiques podrán ser vistos por tus hijos, en un tiempo no muy lejano.
¿Qué imagen queremos que nuestros niños tengan de nosotros? ¿Podrán entender el contexto, la historia y las razones de lo que está subido en la web?
Sebastián A. Gamen
Profesor - Abogado especialista en Derecho informático y Nuevas tecnologías.
Contacto:
www.sebastiangamen.com sag@sebastiangamen.com