Nota publicada en el diario El País de Uruguay el 29-09-23
ChatGPT popularizó la inteligencia artificial, al punto que las consultas en Google sobre esta temática crecieron 600% en lo va del año. Una de las preocupaciones en torno de esta tecnología es el temor de que acabe manipulando o dominando a los humanos, y escuché a varios especialistas cuestionar que la IA tenga sentimientos.
ChatGPT popularizó la inteligencia artificial, al punto que las consultas en Google sobre esta temática crecieron 600% en lo va del año. Una de las preocupaciones en torno de esta tecnología es el temor de que acabe manipulando o dominando a los humanos, y escuché a varios especialistas cuestionar que la IA tenga sentimientos.
Un gesto vale más que mil palabras, puede readaptarse a los tiempos actuales donde la imagen parece ser la puerta de entrada a mucho más que lo que podemos imaginar. La inteligencia artificial no precisa tener sentimientos para manipularnos, con caracterizarse con rasgos humanos ya es suficiente. Entonces, la discusión no debería centrarse únicamente en la manera de expresar sentimientos de la IA, sino también en las características de sus rasgos humanos, ya sea virtualmente o en la robótica.
Cuando hablamos de sentimientos generalmente lo asociamos a gestos faciales que los demuestran. La alegría por ejemplo, se produce mediante la contracción del músculo que va del pómulo al labio superior y del orbicular que rodea al ojo, las mejillas se elevan. En la tristeza los párpados superiores caen y las cejas se arquean hacia arriba, el entrecejo se arruga y los labios se estiran de forma horizontal. Y cada sentimiento tiene sus expresiones faciales, ira, sorpresa, asco o miedo.
Al humanizar a la inteligencia artificial, se abre la posibilidad de manipular a los humanos. No necesariamente demostrando sentimientos, reír, llorar, sonreír, sino transmitiéndolos subliminalmente.
La Morfopsicología: estudia los rasgos faciales en relación a la personalidad. Si bien esta disciplina carece de una base científica, con la ayuda de la ciencia de datos, se está pudiendo comprobar que el rostro refleja muchos rasgos de la personalidad, y por consiguiente de lo que podemos transmitir hacia otras personas.
A modo de ejemplo de lo que quiero explicarles, podemos decir que los ojos grandes pueden mostrar sinceridad y ambición, mientras que unos ojos pequeños pueden indicar inteligencia e inquietud. Un iris grande demuestra mayor capacidad de mostrar emociones. También se puede influir con el tipo de miradas, y expresar así timidez, cansancio, audacia, hipocresía, pereza u honestidad, por ejemplo.
Con la boca ocurre lo mismo. El grosor de los labios puede transmitir claridad en la forma de pensar y expresarse, pueden generar confianza y seguridad en el otro. Nariz respingada es percibida como nobleza, una nariz larga como determinación, una nariz aguileña sensualidad, una nariz recta orden o una nariz arqueada creatividad. Así ocurre con muchos de nuestros rasgos faciales, ya sea orejas, arrugas, frente, cejas, pómulos, mejillas, mandíbula, mentón. Entonces, la IA asumiendo determinados rasgos físicos puede transmitir sentimientos que pueden ejercer influencia sobre nosotros. Así, por ejemplo, si deseo una asistencia virtual que venda seguros, puedo diseñarla con aquellos rasgos que transmitan confianza, claridad y honestidad.
Los humanos nacemos con rasgos físicos predeterminados, pero la inteligencia artificial o mejor dicho los programadores pueden elegirlos con la más absoluta libertad, y cambiarlos las veces que quieran de acuerdo a sus intenciones de manipulación psicológica sobre sus clientes o usuarios. Entonces, la IA no precisa reírse ni llorar, simplemente precisa tomar rasgos humanos, y eso podría ser suficiente para dominarnos.