Nota publicada en el diario Perfil el 26-07-23
Son las 7 de la mañana y te preparas para un día largo de trabajo. Te esperan quizás uno o dos ómnibus, unas 8 horas de tareas con vencimiento, presiones de tus jefes; o las quejas e insatisfacción exacerbada de algún cliente. Esta es la rutina de casi muchos, pero no de todos.
Son las 7 de la mañana y te preparas para un día largo de trabajo. Te
esperan quizás uno o dos ómnibus, unas 8 horas de tareas con vencimiento,
presiones de tus jefes; o las quejas e insatisfacción exacerbada de algún
cliente. Esta es la rutina de casi muchos, pero no de todos.
Detrás de las pantallas, encontramos otro mundo. Son las 13:30 de un día
cualquiera de la semana, y una joven recostada en una cama, con un pijama
corto, en un escenográfico cuidado ambiente, chupa un micrófono con forma de
orejas o de boca. A cambio recibe propinas, suscriptores y visualizaciones que
se monetizan. Estas transmisiones son algo cada vez más común en Twitch,
plataforma conocida por reunir un público joven y aficionado a los videojuegos
o deportes electrónicos.
La hipersexualización femenina en las redes sociales es visible en
cualquier actividad, incluso sin lógica alguna. Vemos desde mujeres en los
gimnasios, montando a caballo o limpiando la casa. No se trata de qué se está
haciendo, sino de vender sus cuerpos como sea.
Cuando hablamos de hipersexualización lo hacemos en su sentido más
amplio, incluyendo escotes, ropas ajustadas, cueros o ropas vinílicas, imágenes
que acompaña textos o músicas sexualizantes como el “perreo”, ropas cortas que
dejan ver demás en situaciones cotidianas supuestamente inocentes de sus
protagonistas. No siempre se busca dinero al crear estos contenidos, sino que la
exposición del cuerpo en redes sociales recompensa en el número de seguidores
en línea, y es así que los menores se ven tentados de generar este tipo de
contenidos, por eso es que debemos tener una concepción lo más abarcativa
posible. Estos videos se encuentran en cualquier plataforma, principalmente
Twitch, Instagram o Tik Tok.
Estas líneas no buscan generar una discusión puritanista, pero la realidad
nos muestra que la hipersexualización del concepto mujer es preocupante. Al menos estas imágenes rebalsadas de carga
erótica chocan de frente con los movimientos feministas y los significados que
como sociedad queremos darle a la mujer.
Las redes sociales y sus
límites.
Cada red social en sus términos y condiciones proponen sus propios límites.
El porno es prohibido en todas las redes sociales más populares, pero
contenidos eróticos juegan al límite, y se mantienen sin censura.
Twich, red social que atrajo a los más pequeños con los streaming de
videojuegos, es quizás la más incómoda con este tipo de contenidos. En ese
sentido, tiene políticas más estrictas en cuanto a vestimentas, escotes pero
también corren el peligro de venírseles en contra tanto control. Por ejemplo,
debió dar marcha atrás cuando sancionó el canal de Amouranth, que cuenta con 3,7
millones de seguidores.
Consumir e incentivar la creación de estas imágenes nos retrocede como
sociedad. La mujer continua vendiéndose como un pedazo de carne,
menospreciándose y reduciéndose a algo totalmente contrario a lo que es
realmente. El porno soft presenta un problema aún mayor, agravado por la
creciente pobreza que azota al mundo, y es que se pasan los límites de la moral.
Existe una reciente controversia de los contenidos que comparten Mrs Wood y Melanie Wood, madre e hija, voluptuosas mujeres que
decidieron ingresar a este tipo de contenido.
Además, nos presenta el inmenso riesgo que estas imágenes, cuando son producidas
por menores de edad pueden quedar afuera de las leyes contra la pornografía
infantil. Así ocurrió hace algunos años en Colombia (2018) cuando la Corte dijo
que criminalizar todo tipo de imágenes de menores en ropa interior y desnudos
es un atentado contra la libertad de expresión y el derecho a escoger
profesión. Cualquier intento de represión –dijeron los magistrados- resulta
inútil, al considerar que pederastias y pedófilos solo con la idealización y la
representación mental pueden alcanzar la excitación sexual (caso ocurrido en el
2011 en un hotel en Bucaramanga, Colombia).
En conclusión, la erotización de todo, la hipersexualización de las mujeres
no se condiActualizarce con la dirección que queremos tomar como sociedad, más igualitaria
y más feminista.