Nota publicada en le diario Perfil el 22-06-21.
A traví©s de la campaña #filterDrop se busca reducir el daño que causan las publicaciones engañosas que tienen por finalidad vender productos. La comparación excesiva lleva a la ansiedad, depresión y hasta el suicidio.
Como nos enseñaban nuestras abuelas al decir “todo
en su justa medida”, los filtros de Instagram ya pasaron la línea de lo
aceptable y están siendo cuestionados por la sociedad y prohibidos normativamente
en algunos países.
Justamente, #Filterdrop (quita los filtros) es una
campaña iniciada por Sasha Louise Pallari que busca mostrar por las redes
sociales una vida más real. La usuaria pone el foco de su lucha en el abuso que
hacen las empresas de cosméticos para engañar a los usuarios sobre los
beneficios de sus productos, publicidad que no llega en las mayorías de los
casos de la mano de las empresas sino de influencers que cobran por vender
productos encubiertamente.
Existe una consecuencia de la campaña que impulsó Sasha
y es una normativa de la Advertising Standards Authority (ASA), organismo
regulador de la publicidad en Inglaterra, que prohíbe el uso de filtros de
belleza que puedan ser engañosos en las publicaciones de marcas o influencers
de Instagram. Esta prohibición no afecta a los perfiles privados, sino aquellos
perfiles de influencers que obtienen beneficios de la publicidad de productos.
Un mundo sin poros solo acumula toxinas.
Pasear unos minutos por Instagram es suficiente
para ver que la imperfección es un pecado en la red social. Pieles con un
bronceado perfecto, sin poros, de porcelana, sin ninguna marca ni cicatriz,
pómulos realzados, simétricos, ojos descansados sin bolsas ni ojeras, labios
voluminosos, así y hasta diría que mejor de lo que puedo describir son esos
rostros y cuerpos que invaden Instagram o Snapchat.
Las redes sociales se convirtieron en un lugar
donde solo se publican cosas buenas, tenemos que agradar al otro sea como sea.
En el ranking de las redes sociales más tóxicas Instagram y Snapchat encabezan
con ventaja.
La comparación inevitable frustra, pero antes de la
frustración se presenta la envidia y la necesidad de querer tener aquello que
es tan bueno en el prójimo. ¿Por qué yo no puedo tener esa piel? ¿Por qué no
puedo sonreír con dientes tan blancos? La respuesta parece fácil, porque el de
la foto tampoco los tiene. Instagram es un maquillaje de la vida, así de
simple.
La red social influye negativamente, y es
considerara como la peor para la salud mental de sus usuarios. La comparación
excesiva lleva a la ansiedad, depresión y hasta el suicidio.
Instagram es adictiva, es un vicio para los más
jóvenes. En las escuelas se enseñan los peligros de las adicciones al alcohol,
el cigarrillo o las drogas pero, nada se habla de la pésima influencia de las
redes sociales.
Snapchat
Dysmorphia.
Los datos en torno de los filtros no son nada
inocentes. Existe un fenómeno novedoso que se llama Snapchat Dysmorphia bautizado así a partir de observarse un
considerable número de mujeres que se sometían a cirugías plásticas queriendo
tener el rostro de ellas mismas pero como lucían con los filtros de las redes
sociales.
Las cirugías más solicitadas son las rinoplastias,
pómulos y colágeno labial. Según un estudio de la Academia Americana de
Cirujanos Plásticos (Estados Unidos) en el 55% de los casos la motivación de
las cirugías era salir mejor en las selfies.
Querer realizarse una cirugía plástica viene
después de un camino de depresión y baja autoestima, la insatisfacción por la
propia imagen es una característica de los adolescentes, y es una tendencia que
va en aumento cada día. Niñas de hasta 14 años son los usuarios más asiduos de
la red social, por lo que es fácil darse cuenta de la mala influencia que la
red social puede causar en la juventud.
Desde la red social anunciaron la eliminación de
los filtros de realidad aumentada que representen o promuevan las cirugías
estéticas, lo que significa una buena medida pero no es suficiente ante la
magnitud del problema.
La regulación en España
En el país europeo está vigente el Código de
conducta de la Asociación española de Anunciantes (AEA) y la Asociación para la
Autorregulación de la Comunicación Comercial que exige la identificación de los
contenidos comerciales de los influencers. En ese sentido, el Código establece
la obligación de incluir la indicación de la publicidad de manera explícita,
inmediata y adecuada al medio.
Se considerará contenido publicitario a todo aquel
por el que el influencer reciba contraprestación, ya sea en dinero o en
especie, mediante la entrega gratuita de un producto, entradas a eventos, la
prestación gratuita de un servicio, cheques de regalos, bolsas de regalos o
viajes.
Para identificar el contenido comercial de la
publicación se recomienda el uso de los términos “publicidad”, “publi”, “en
colaboración con”, “patrocinado por” o cualquier otro mensaje claro que permita
inferir que hubo contraprestación pudiendo usarse “Gracias a”, “regalo de“ o
“viaje patrocinado por”.
Se desaconsejan las indicaciones genéricas, poco
claras, como así también que la identificación publicitaria requiera que el
usuario clickee en un link.
Estados Unidos.
La Comisión Federal de Comercio de los Estados
Unidos establece también la obligatoriedad de avisar a los usuarios que están
siendo retribuidos por apoyar o promocionar un producto. La misma situación se
aplica cuando los influencer son embajadores de la marca. La relación comercial
se debe advertir con etiquetas como #sponsored o #ad.
No caben dudas que el éxito de la publicidad en las
redes sociales pasa por mentir y que el usuario crea que realmente el producto
es bueno, entonces los influencers usan formas creativas para cumplir con la
ley. Como ejemplo se puede usar el caso de Aimee Song que luego de firmar un contrato
con Laura Mercier por 440.000 euros, publicitaba sus productos con un
#MercierPartner.
Reino Unido.
La Advertising Standards Authority, organismo de control
publicitario británico, ha prohibido el uso de estos retoques de Instagram a las influencers
patrocinadas por una marca de cosmética, siempre y cuando esa publicidad lleve
a un beneficio.
Los usuarios particulares no estarán sometidos
a esta nueva regla, pero sí aquellas personas que incentiven una publicidad engañosa para
la venta de productos de belleza.
Estas normativas vienen a evitar la venta engañosa
de productos de belleza pero, como vemos el problema es aún más profundo. No
siempre la solución está en las normativas sino que en internet muchas
respuestas están en la educación. No dejemos a los chicos al libre albedrío en
las redes sociales sin antes educarlos y enseñarles cómo se deben manejar y los
peligros que existen.