Nota publicada en el diario Perfil el 30-04-20.
El anuncio de que dos gigantes tecnológicos se unieran hizo sonar todas las alarmas. Google y Apple, que detentan el 99% del mercado de smartphones en el mundo, presentaron la herramienta de contact tracing para intentar controlar la pandemia del Covid-19.
El anuncio de que dos gigantes
tecnológicos se unieran hizo sonar todas las alarmas. Google y Apple, que
detentan el 99% del mercado de smartphones en el mundo, presentaron la
herramienta de contact tracing para intentar controlar la pandemia del
Covid-19.
El contact tracing es un término
utilizado en salud pública, y consiste en el rastreo de contactos es el proceso
de identificación de personas que pueden haber entrado en contacto con una persona
infectada y la posterior recopilación de información adicional sobre estos
contactos.
La herramienta que proponen estos
titanes de la tecnología utiliza los sensores Bluetooh de los teléfonos y la
infraestructura de la red para poder identificar a las personas que pueden
haber entrado en contacto con nosotros, y la posterior recopilación de
información adicional sobre ellas. Obteniendo esos datos, y adicionándole los
de salud de los ciudadanos, se puede saber quién está infectado, y por los registros
saber con cuales personas estuvo en contacto o en cercanías, para que estas
reciban un alerta y se acerquen a los centros de salud a realizarse el test de
coronavirus. Si el resultado de alguna de ellas fuese positivo, esa nueva
alerta se enciende, y se repite el procedimiento.
¿Cómo funcionaría?
Dos personas están en contacto por al
menos 10 minutos, y automáticamente intercambian sus teléfonos por Bluetooh un
código identificatorio. Desde la empresa aseguran que ese código es anónimo y
se renueva cada 15 minutos. Si una de esas dos personas que tuvieron contacto,
y cuyos teléfonos ya se identificaron fue diagnosticada con Covid-19 dentro de
los 14 días posteriores al contacto, la otra recibirá una alerta, con la
información sobre cómo debería actuar.
Cada teléfono guardará los códigos
emitidos, como los códigos recibidos de todas las personas que estuvieron en
cercanía.
Cuestiones de privacidad. Desde las empresas aseguraron algunas
cuestiones en torno de la privacidad de los usuarios. · Requiere consentimiento explícito del usuario. · No recopila información de identificación personal o datos de ubicación
del usuario. · La lista de personas con las que has estado en contacto no abandona tu
teléfono. · Las personas que dan positivo no están identificadas con otros usuarios,
Google o Apple. · Solo será utilizado para el rastreo de contactos por las autoridades de
salud pública para la gestión de la pandemia del COVID-19. Estos datos en poder de empresas generan no poca preocupación. La autorización que requiere la
herramienta está correcto. El artículo 5 de la Ley de Protección de datos
personales dice que “El tratamiento de datos personales es ilícito cuando el
titular no hubiere prestado su consentimiento libre, expreso e informado, el
que deberá constar por escrito, o por otro medio que permita se le equipare, de
acuerdo a las circunstancias”. El primer punto es correcto y se ajusta
a lo legal. A partir de los puntos siguientes como respuesta solo obtendremos
dudas. Dicen que no recopila información de
identificación personal o datos de ubicación del usuario. Podemos confiar en la anonimización de
los datos. Pero sabemos que así como existen técnicas de anonimización, existen
las que des-anonimizan. La desanonimización es una estrategia de
data mining en que los datos anónimos se cruzan con otras fuentes de datos para
reidentificar la fuente de información anónima. En 2006 Netflix creó un concurso para
buscar un algoritmo que haga recomendaciones de películas a sus usuarios. Para
probar el algoritmo liberó un banco de datos de 500 mil registros anónimos con calificaciones
de los suscriptores a las películas. Dos investigadores de la University of
Texas at Austin entraron al concurso y crearon un algoritmo que consiguió
identificar los suscriptores de Netflix correlacionando la información
compartida con una base de datos pública. La información sobre la salud es un dato
sensible. El miedo por esta pandemia está erosionando muchas de los derechos de
las personas, pero entiendo que debe haber un límite. El artículo 7 de la LPDP dice que “Los
datos sensibles sólo pueden ser recolectados y objeto de tratamiento cuando
medien razones de interés general autorizadas por ley. También podrán ser
tratados con finalidades estadísticas o científicas cuando no puedan ser
identificados sus titulares. Queda prohibida la formación de archivos, bancos o
registros que almacenen información que directa o indirectamente revele datos
sensibles. Sin perjuicio de ello, la Iglesia Católica, las asociaciones religiosas
y las organizaciones políticas y sindicales podrán llevar un registro de sus
miembros.” Si bien en principio la herramienta no
estaría utilizando los datos de geolocalización, los expertos señalan que las
claves diarias intercambiadas que solo ocuparían 16 bytes, terminarían
convirtiéndose en miles de MB que serían descargados en cada celular, cuando
aumenten la cantidad de contagios. Eso para los expertos sería insostenible, y
el hilo se cortaría por lo más fino. Se podría terminar utilizando la
geolocalización de las personas para enviar selectivamente las alertas. Por más buenas que sean las intenciones
de Google, que tiene sobre sus espaldas una larga lista de denuncias por
violación de datos personales, creo que acá se estaría extralimitando con la
información que requiere y pretende utilizar en la herramienta. La más reciente denuncia que pesa sobre
Google data del 12 de julio de 2019. Se denunció ante la Agencia Española de
Protección de Datos (AEPD) que la política de geolocalización podría incumplir
el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), en cuanto empuja a los
usuarios a compartir sus datos de ubicación, práctica que resultaría en una
vigilancia permanente que no permite a los consumidores una oportunidad real de
escapar de la misma. Si bien es verdad que las personas
subestiman el valor de la geolocalización y comparten esa información con
Google, Apple o cuanto aplicativo se descargan en el celular, no es menos
cierto que debemos alertar de los peligros que ello conlleva. Los datos de ubicación pueden revelar
información especialmente sensible sobre los usuarios, como por ejemplo,
creencias religiosas (si se acude a un lugar de culto), inclinaciones políticas
(si se participa en manifestaciones), condiciones de salud (si se acude de
forma regular al hospital) y orientación sexual (por visitar determinados lugares
o zonas de ocio). La denuncia muestra que Google recopila datos de ubicación de
los usuarios, especialmente a través del "Historial de ubicación" y
de la "Actividad de la Web y la aplicación". El atentado a las torres gemelas
ocurrido en los Estados Unidos, los atentados en Madrid y Londres justificaron
medidas de los gobiernos que de otra forma ninguna persona hubiese aceptado.
Intercepción de comunicaciones, vigilancia ciudadana, excesivos controles,
reducción de la privacidad en los aeropuertos e incluso operaciones contra el
intercambio de archivos en la red se justifican con los argumentos de la lucha
contra el terrorismo y la seguridad nacional. Temo que esta pandemia sea un antes y
después de la protección de datos personales sensibles y que el temor de la
aparición de un nuevo virus nos movilice a ceder derechos sobre nuestros datos
personales. ¿De contar con esta tecnología u otra similar, se hubiese podido controlar
la pandemia anticipadamente? Podría ser. Pero entiendo que por encima de la
salud pública, están nuestras libertades y derechos, y decidimos sobre ellos.